Cuando un Perro Pierde la Vista de Noche: Caso de Steve

Cuando un Perro Pierde la Vista de Noche: Caso de Steve

La Noche en que Steve Perdió la Vista… y Cómo Logré Salvarlo

Cuando vives con un perro mayor, cada día es un regalo… pero también hay momentos que te dejan sin aire. Y hace muy poco me tocó vivir uno de esos. Mi Steve —mi viejito de casi 17 años— pasó de caminar por la casa como siempre a quedarse completamente ciego de un día para otro. Literalmente, de una noche a la mañana siguiente. Y yo, como muchos dueños, pensé: “Será la edad. Será cataratas. Será normal”. Spoiler: no lo era.

Esa noche, Steve estaba como siempre: tranquilo, calentito en su manta, comió, bebió, y se durmió. Al día siguiente, desperté con un ruido fuerte. Steve había caído a la piscina. No entendía dónde estaba, no encontraba el borde, y estaba totalmente desorientado. En ese momento lo supe: algo iba muy, muy mal.

Lo que pensé que era “solo la edad”… no lo era

Steve llevaba meses viendo mal. Caminaba más lento, dudaba con los escalones, chocaba un poquito con las paredes. Yo, como la mayoría, asumí lo obvio: “Es mayor, tiene cataratas, es normal”. Y sí, una parte era verdad. Pero lo que no sabía —y aquí viene el punto importante de este blog— es que los perros mayores pueden desarrollar algo que no perdona: glaucoma.

Yo nunca pensé que un perro pudiera tener glaucoma. Y mucho menos que pudiera aparecer tan rápido. Pero cuando llegamos al veterinario, después del susto de la piscina, lo primero que hicieron fue medirle la presión del ojo. Y ahí estaba la respuesta: una presión altísima en un ojo… y el otro a punto de seguir el mismo camino.

El diagnóstico: un ojo perdido… pero el otro se podía salvar

El veterinario fue claro: Uno de sus ojos ya estaba completamente ciego. No había nada que hacer. El daño ya estaba hecho. La culpa que sentí en ese momento… no te la puedo explicar. Porque pensé que la torpeza, los tropiezos y su forma de andar eran simplemente su “viejez”. Pero no: eran los dolores de cabeza brutales que causa el glaucoma.

El otro ojo, por suerte, todavía tenía posibilidades. Con medicación inmediata, gotas cada pocas horas, y revisiones, ese ojo sí podía salvarse. Y así empezamos nuestra nueva rutina: alarmas, gotas, cuidados, paciencia y muchas caricias.

Los síntomas que confundimos con “vejez”

Aquí es donde quiero que este blog ayude a alguien más. Porque Steve llevaba tiempo mostrando señales que yo interpreté como normales para su edad. Pero eran señales del glaucoma.

Las más comunes:

  • Tropiezos o pasos “inseguros”, como si dudaran dónde poner la pata.
  • Wobble: ese movimiento como si estuvieran borrachitos.
  • Dormir más de lo normal por el dolor de cabeza.
  • Sensibilidad a la luz o buscar siempre la sombra.
  • Pupilas más grandes o diferentes entre sí.
  • Mirar al vacío o no reconocer objetos.

Todo esto yo lo achacaba a que Steve es un abuelo especial, pero no… era el glaucoma avanzando. Y un perro no te puede decir “me duele la cabeza”, así que simplemente aguantan.

El tratamiento: cómo logramos salvarle un ojo

Con el ojo derecho ya perdido, el objetivo era claro: salvar el izquierdo. El veterinario nos dio gotas específicas para controlar la presión, reducir la inflamación y mantener el nervio óptico funcionando. La diferencia fue increíble. En unos días, Steve empezó a ver un poquito. No perfecto, pero lo suficiente para reconocerme, caminar más seguro, y volver a ser él.

Verlo mover la cabeza cuando me acerco, o mirar hacia donde suena mi voz… eso para mí es un regalo. Un pequeño milagro para un perro que ha sobrevivido a todo.

El mensaje que quiero dejar aquí

Si tu perro mayor camina raro, tropieza, le notas confundido, duerme demasiado, o parece que “pierde” la visión rápido, por favor… no lo des por hecho como vejez.

Puede ser glaucoma, y si lo detectas a tiempo, puedes salvarle la visión —igual que pasó con Steve.

Yo aprendí esto de la forma más dura, con un susto enorme y un chapuzón inesperado. Pero gracias a ese susto, a esa caída, y al veterinario, Steve hoy tiene un ojo que todavía funciona. Y para un perro de casi 17 años… eso es un regalo enorme.

Y si con este blog puedo ayudar a que otro dueño no pase por lo mismo, entonces todo esto habrá valido la pena.

Un Recuerdo para Quienes Aman Como Steve Amó

Después de vivir algo así con un perro mayor, entiendes aún más lo importante que es guardar un pedacito de ellos para siempre. Por eso creé esta pieza especial: una huella de hormigón personalizada con la foto de tu compañero y las palabras “Mejores Amigas”.

Es un regalo precioso para ti o para alguien que comparte su vida con una amiga peluda. Cada placa está hecha a mano, con cariño, igual que cada historia que contamos aquí.

Puedes verla aquí:
👉 Huella Personalizada con Foto – “Mejores Amigas”

Back to blog