Mujer llorando con perro perdido en el fondo. Capítulo 7 – El Perro de la Trocha, una historia real de pérdida y esperanza rota.

Capítulo 7: El Perro de la Trocha (Una Historia Real)

Capítulo 7: El Perro de la Trocha (Una Historia Real)

Mi teléfono volvía a sonar sin parar, y apenas eran las 7:30 de la mañana. Eran preguntas tras preguntas; la mayoría repetía lo mismo: “¿Lo has encontrado ya?” Debo decir que, por cada mensaje absurdo, también estaba recibiendo las palabras más amables. El aliento era justo lo que necesitaba, y por suerte, lo estaba recibiendo.

Gary había vuelto a salir a buscar, y para las 8 de la mañana, Gordon y Kermit iban camino a La Trocha porque habían visto una publicación en Facebook explicando que alguien había visto a un perrito negro corriendo por La Trocha. Momentos después, Gordon me escribió para decirme: “No, no es George.” No sabía en ese momento que iba a escuchar esas palabras “No, no es George,” muchas, muchísimas veces.

Mentiritas y un Poco de Esperanza

Ahora estaba imprimiendo los pedidos del día, y me sentí tan aliviada de no haber vendido tanto que decidí mentir a todos mis clientes y decirles que sus pedidos ya habían sido enviados (bueno, podía enviarlos todos mañana, y ¿cómo lo sabrían si les dije que el plazo de entrega era de 2 o 3 días laborables?). Eso me dio un poco de aire y tiempo para pensar en mi próximo plan.

Entonces recordé que anoche Kate me había mandado un mensaje diciendo que ella y Caroline venían hoy a ayudarme a buscar. Luego llegó el mensaje: “Caroline y yo estaremos contigo a las 11.” El alivio de no tener que buscar sola ese día me hizo llorar otra vez. Tenía un par de horas para prepararme.

Preparativos y Poca Energía

Prepararme... zapatos, sí, zapatos, necesito zapatos para caminar, necesito ropa de abrigo. Así que subí y saqué mis zapatillas de senderismo y mi chaqueta impermeable, además de una riñonera para las llaves y el móvil. Listo. Eran las 9 en punto. Tenía dos horas antes de que llegaran Kate y Caroline, pero estaba tan agotada, tan débil, que lo único que hice fue quedarme sentada, mirando al vacío, sollozando y observando a los perros mientras vagaban por el jardín.

Una Visita Bienvenida

Entonces escuché su coche. Tenía que ser ellas, y sí, lo eran. Sabía que a Kate le encantaría ver a Peter, conocido formalmente como Buddy, así que en vez de cerrar la puerta y salir directo, decidí dejarlas entrar.

No tenía leche; no tenía nada. Solo un vaso de agua que ofrecer. Aceptaron el agua y, por suerte, aún tenía dos vasos limpios en el armario. No había lavado nada, y mi cocina parecía un bar tras una noche de sábado.

Fe Verdadera

Kate y Caroline fueron tan comprensivas, y parecía que ya lo hubieran hecho antes. Traían binoculares, una manta, comida y agua. Fue increíble; de verdad creían que íbamos a encontrar a George.

Mientras ellas tomaban su agua —lo digo con sarcasmo, por supuesto— yo seguía revisando todos los mensajes que me llegaban sin parar. Muchos hablaban de un perro negro pequeño visto en La Trocha, y aunque tenía total fe en Gordon y Kermit, necesitaba verlo con mis propios ojos. Así que nos fuimos.

Una Llamada desde Sierra Gorda

Caroline dijo que deberíamos preguntar primero al personal de la gasolinera, así que eso hicimos. Nada. Luego fuimos a la cadena de tiendas benéficas en La Trocha para preguntar si habían visto al perrito negro. Justo antes de llegar, mi teléfono empezó a sonar con esa alarma fuerte, y el número no era un contacto guardado. “Hola, acabo de ver a tu perro en Sierra Gorda.”

“Muchas gracias, adiós.”

Ya estábamos corriendo hacia mi coche, por suerte solo estaba a 100 metros de la tienda benéfica. Sierra Gorda estaba a solo 5 minutos de La Trocha, y ahora la adrenalina me recorría el cuerpo; la emoción y la esperanza eran insoportables. ¿Quién diría que un trayecto de 5 minutos podría sentirse tan lejano?

Aparqué cerca de mi almacén, y corríamos gritando, “¡George!” Entonces volvió a sonar mi teléfono; era Claudia: “Christine, estoy en Sierra Gorda porque una señora me llamó para decir que George está allí.”

Kate y Caroline miraron mi cara, y lo supieron al instante… no era George.

El Perro de la Trocha y su Rutina

Claudia había visto al mismo perrito negro que otros habían visto en Sierra Gorda, y no, no era George. Ese perrito negro, durante las semanas siguientes, sin yo saberlo, iba a ser la causa de muchos viajes inútiles, muchos disgustos y muchas personas persiguiéndolo con la esperanza de obtener la recompensa.

Quizás te preguntes por qué lo llamábamos el perro de La Trocha y no el de Sierra Gorda. Supongo que era porque se le veía más veces en La Trocha. Ese perrito tenía una rutina: a las 7am salía de Sierra Gorda, caminaba hasta La Trocha y luego volvía a Sierra Gorda.

Al Borde, pero No Sola

Por suerte no estaba sola cuando Claudia me llamó, porque en ese momento estaba en lo más bajo: sin dormir, sin comer, y sin esperanza. Pero Kate y Caroline no se rindieron. Inmediatamente Kate dijo: “Vamos a encontrar a la mujer que tomó la foto de George.”

🌐 Read in English

💔 Si esta historia te conmovió, puedes rendir homenaje a tu mascota con una lápida conmemorativa personalizada — hecha a mano con amor y recuerdo.

Back to blog